Género: aventura, ciencia ficción, romance
Sinopsis:
Amber Somenhalder, de 16 años, recibe una invitación a la casa de su querido abuelo, al que no ve hace 6 años. Ella muy contenta acepta la invitación pero al llegar a la casa del abuelo Tim se encuentra con una desagradable sorpresa, que con una extraña aventura aprenderá a amar.
Capítulo 1:
La caña comenzó a
tirar, se hacía cada vez más pesada.
- ¡Tim! – el
abuelo me miró sonriente - ¡Está tirando, creo que pesqué algo! – tomó la caña
y con mucha facilidad sacó del agua un pez de piel plateada que se retorcía en
el anzuelo para liberarse.
- Me
impresionas Amber, no sabía que pescaras – una sonrisa asomó por entre su barba
blanca
- La verdad
yo tampoco- respondí riendo.
Entramos en la casa y nos dirigimos a la
cocina – una habitación pequeña que tenía lo justo y necesario: un
refrigerador, una cocina a leña, una encimera y pequeños armarios en las
paredes que debían usarse para guardar platos y otro utensilios, todo con un
aspecto antiguo – y puso mi pez sobre una de las encimeras. Salí de la
habitación enseguida, pues sabía lo que seguía, y no quería verlo. Mi abuelo
vivía en una casa de unos dos pisos, a la orilla de una laguna en Charlotte,
Florida. Hace 6 años que no lo veía, pero este verano mi madre accedió a
dejarme venir, y no perdí la oportunidad.
Luego de un rato escuchando como Tim cortaba
a la pobre criatura, llegó a la sala donde yo estaba. Salimos a la terraza – un
pequeño piso con de madera con forma de muelle que quedaba sobre el agua – y
nos sentamos en el borde con los pies en el agua.
- ¿Por qué tu
madre no vino? – me preguntó luego de un rato
- No le gusta
verte, le recuerdas mucho a papá, y eso le duele. – asintió con pena y seguimos
mirando, jugando con los pies entre las algas del agua. Me hacía sentir mal
decirle esas cosas, pero prefiero decirlas de una vez que estar mucho rato con
el tema. Me di cuenta de que estaba con muchas lágrimas en los ojos así que le
dije:
- Voy a
buscar algo de beber, ¿quieres?
- Si, por
favor – no dejaba de mirar al otro lado, como si buscara algo. Me paré y caminé
a la casa, no entré, solo me di una media vuelta y volví en silencio. Cuando
logré estar detrás de el lo empujé al agua. No sé cómo lo hizo pero tomó mi pie
y antes de que pudiera darme cuenta estaba en el agua.
- No soy tan
tonto, ¿crees que no me daría cuenta de lo mafiosa que es mi nieta? – reí y me
sumergí. Nadé hasta que no pude aguantar más aire. Me buscaba y cuando estuvo a
punto de encontrarme me hundí de nuevo.
Estuvimos jugando en el agua hasta que
atardeció y se estaba poniendo oscuro. Salimos del agua con la ropa estilando.
Entré, subí a mi cuarto, me sequé el pelo y me cambié de ropa. Lo que más había
en mis maletas era ropa, pues sabía que con Tim tendría que usar mucha, nunca
se sabe qué haremos. Tim siempre fue como un segundo papá para mi. Me iba a
buscar a casa e íbamos a jugar, llegábamos tarde, o a veces se quedaba a dormir
en nuestra casa. Es por eso que me siento como en casa ahora que estoy con el.
En mi casa, en Chicago, me siento como en la casa de otras personas, estoy sola
con mi mamá y con su novio, ellos hacen sus cosas como si yo no existiera… Y a
veces me hacen sentir que mi mamá ha reemplazado a papá, y a mi con el. En
cambio con Tim veo a mi papá, siento que estoy con él y que aunque nos hallan
olvidado, estamos juntos, viviendo mejor que cuando no lo hacían. Es duro ver
cómo poco a poco los que te aman, te reemplazan. Gracias a mi mamá no quiero
tener a ningún novio, ni nada de eso. Siempre le decía a mi papá que lo querría
por siempre, y ahora que él no está lo deja en el basurero junto con su hija y
Tim, para comenzar de nuevo su vida, como si literalmente, nunca hubiera
existido.
Bueno creo que será mejor no hablar de mis
problemas familiares o terminaré odiando a mamá y no querré volver a Chicago.
Una vez que estuve lista y ya no sentía peces en toda mi ropa, bajé a comer
algo.
-
¿Ya tienes hambre? –
preguntó Tim
-
La verdad si, ¿quieres
algo?
-
No gracias – me
sonrió
-
Bueno, adiós me iré
a la cama – le di un beso en la mejilla y él me abrazó – que descanses, nos
vemos mañana – subí al segundo piso y entré a mi cuarto.
Era una habitación pequeña, aunque lo
suficientemente grande para dos camas de una plaza y una cajonera para guardar la
ropa. Había dos camas, una celeste y otra roja, me dijo que eran para sus
visitas, ya que a veces tenía más de un huésped en su casa, pero por ahora y
por suerte, estoy sola, recuperando los 6 años perdidos. Las paredes eran
blancas, con algunos diseños geométricos en amarillo y rojo muy claros. La
cajonera tenía 4 cajones muy grandes y era café, era lo único que no encajaba
en la pequeña habitación. Saqué la maleta de debajo de la cama, y comencé a
dejar la ropa en los cajones, solo usé 3. Me puse pijama – una playera sin
mangas y un short – y me acosté en la cama celeste. Miré el techo, diciendo en
mi mente ¨buenas noches papá, te extraño¨ y antes de darme cuenta estaba
durmiendo.
Capítulo 2
Podía sentir el calor del sol que entraba
por la ventana, abrí los ojos y me encontré con las pared blanca y unas figuras
amarillas. Estiré los brazos, intentando tocar el techo y me di media vuelta en
la cama… La cama roja estaba ocupada. Alguien dormía, también hacia la pared
por lo que no pude ver su cara. Claramente no era Tim, era un chico como de mi
edad, de pelo café claro. Roncaba suavemente… y se dio media vuelta. Cerré los
ojos como si estuviera durmiendo, luego de unos segundos los abrí un poco y por
suerte él dormía de verdad, no quería que se diera cuenta de que la chica de la
cama del lado lo miraba mientras dormía.
Tenía
el pelo negro y muy desordenado, tez clara y la nariz salpicada de unas pocas
pecas. Tenía pestañas largas y cejas tupidas, debía tener una mirada intensa.
No entiendo cómo alguien puede dormir tanto.
El sol brillaba, hacía un poco de calor y la luz del día entraba por las
ventanas del cuarto. No era que estuviese ansiosa porque despertara ni mucho
menos, simplemente tenía curiosidad por saber quién era. Luego de un rato
mirándolo como toda una sicópata, me di cuenta de que si despertaba y se daba cuenta
de que estaba mirándolo desde hace quién sabe cuánto rato, se asustaría. Me di
la vuelta, mirando hacia el techo y leí una revista de moda, aunque no le tomé
mucha atención. Solo pensaba “si piensa quedarse todo el verano, haré que se
vaya”, en pocas palabras, si pensaba quedarse por todo Mi verano, era un total
intruso, y yo no tolero a los intrusos.
No despertaba, no despertaba, y seguía
durmiendo. Guardé la revista bajo la cama y fui al cuarto de Tim, no había
nadie. Bajé a la cocina y ahí estaba Tim.
-
Hola Amber ¿cómo
dormiste? – me preguntó sonriendo
-
Dormí muy bien pero
hoy en la mañana encontré algo extraño en la cama del lado
-
Yo creo que decir
“algo extraño” es muy maleducado para referirte a una visita
-
Si lo se… ¿por
cuánto tiempo estará esta visita?
-
Hasta que tu te
marches – quería subir y estrangular al chico de arriba
-
Yu ju! – dije con
voz fingida y lo ayudé a preparar el desayuno. Creo que lo he mencionado muchas
veces, pero hace años que no veo a Tim, y creo que es inaceptable que haya invitado
a alguien a “compartir” este verano. ¿Acaso es muy aburrido estar a solas
conmigo que invita a alguien para divertirse más? ¿Es que no le importa lo que
yo piense? De seguro sonará muy prejuicioso de mi parte, pues aún no conozco al
chico, pero lo odio.
-
Solo una pregunta
más – le dije después de un rato – ¿Por qué lo invitaste?
-
Es el hijo de un
viejo amigo mío, y un día le hablé de que tenía una nieta de pelo café claro,
ojos verdes, simpática, cariñosa… y bueno quería conocerte así que aproveché la
oportunidad – no sé si me molesta o me agrada que Tim diga las cosas tales como
son. Una persona normal diría algo como “no se, apareció de repente” pero el
simplemente lo dice. Si algún día comete el peor crimen en la historia de los
crímenes, estoy segura de que diría todo tal y cual pasó.
Terminamos de poner la mesa y servir el
desayuno. Me senté y cuando iba a comenzar a comer – estaba muerta de hambre –
Tim me regañó “hay que esperar al invitado”, de mala gana puse las manos bajo
la mesa y miré por la ventana. La laguna estaba tranquila con pequeñas aves
flotando sobre ella pacíficamente, se podía ver que había un poco de viento puesto
que las ramas de los árboles bailaban suavemente al mismo ritmo.
Luego de lo que pareció ser una eternidad se
escucharon pasos en las escaleras. Un chico alto, delgado, de ojos claros y los
mismos rasgos que vi mientras el dormía, solo que ahora podía ver cómo asomaban
sus dientes, formando una sonrisa.
-
Creo que desperté
demasiado tarde – dijo intentando peinar torpemente su pelo con la mano – Hola,
soy Tyler – esta vez lo dijo hacia mi, aun sonreía. Debía verse patético: un
chico presentándose, con una sonrisa e intentando estrecharme la mano, y yo
mirándolo con una cara de “¿es enserio?”.
-
Hola Tyler, soy
Amber – le dediqué una débil sonrisa y estreché su mano. Tim nos invitó a
sentarnos, a comer tostadas con mermelada y a beber leche caliente. Estuvimos -
bueno estuvieron - todo el tiempo hablando de lo que podríamos hacer durante
ese día: salir en bote por la laguna, ir a caminar, ir al bosque y acampar… yo
solo me limitaba a asentir con la cabeza, mientras no tenga que estar encerrada
en una casa con Tyler y Tim durante todo un día sería feliz.
Finalmente quedamos en que saldríamos a la
laguna y navegaríamos en el bote de Tim, al parecer no sería tan aburrido. Subí
y me alisté para salir; llevé una mochila con ropa extra – como ya mencioné,
nunca se sabe cuándo podría ser necesaria – y un poco de comida. Salí a la
pequeña terraza con forma de muelle y me subí al viejo bote de Tim; pequeño, a
remos y de un color azul mezclado con verde, por el lado estaba escrito “1996”,
probablemente era el año en que lo compró o se lo reglaron. Estaba jugueteando
con los dedos en el agua cuando alguien dice:
-
¿Y de dónde eres? –
preguntó Tyler
-
De Chicago – seguí
jugando con el agua, se subió al bote y siguió hablando.
-
No te gusta mucho
hablar ¿verdad?
-
Tengo una pregunta…
¿cómo conoces a Tim?
-
Mi abuelo, Bill, es
amigo de tu abuelo, y un día se juntaron y yo salí a caminar, luego me perdí, y
él me encontró. Desde ahí que lo veo casi siempre, va mi casa, salimos a
navegar en este bote a la laguna, hacemos caminatas, y generalmente vamos a los
cerros – estuve a punto de decirle “estas haciendo que te odie ¿sabes?” pero me
resistí – y me ha dicho que no lo ves hace tiempo pero nunca me ha dicho por
qué
-
Bueno es un asunto
muy largo que no es de tu incumbencia, así que creo que tendrás que seguir con
la duda – le sonreí y miré a otro lugar, escuché como abría una mochila y
buscaba algo. Me tocó el hombro y me pasó un libro “Viaje al Centro de la
Tierra” un clásico de Julio Verne.
-
Me han dicho que te
gusta leer – dijo aún sonriendo
-
Si, gracias – tomé
el libro y lo guardé en la mochila que llevaba. Realmente estaba siendo muy
amable conmigo, una persona normal se bajaría del bote y no me hablaría nunca
más, o algo así. Pero en lugar de eso, Tyler me da un libro porque le dijeron
que me gusta leer. No lo entiendo. Creo que debería darle una oportunidad… ¿y
qué si es como otro nieto de mi abuelo? ¿eso lo hace mejor o peor persona?
Claro que no. Me giré y comenzamos a hablar de un montón de cosas; el colegio,
la ciudad, su familia… Y en eso llega Tim:
-
¿Listos para una
aventura? – en su mano llevaba una cuerda atada a un gancho, junto a un enredo
de cintas y cascos.
Capítulo 3:
El bote de Tim era muy
lento. Tyler y yo estuvimos todo el tiempo tomando turnos para remar y para
preguntar ¿cuánto falta Tim? A lo cual él solo se limitaba a levantar una mano
en un signo de espera. Tyler estaba muy callado, lo cual era extraño. Todo el
tiempo me miraba como pensativo, como si pensara en decirme algo pero no sabía
qué. Como decidí darle una oportunidad y se notaba que estaba aburrido y quería
conversar, le hablé yo:
-
¿Vives por aquí? – parecía impresionado de
escucharme hablándole, pues se había tragado mi actuación de que él no me
importaba.
-
Si, pero al otro lado de la laguna. Pero
siempre que vengo a la casa de Tim lo hago en caballo con mi papá – asentí y le
sonreí. No sabía de qué mas halar con él. Es difícil entablar conversación con
alguien a quien no conoces, así que callé y miré hacia otro lado.
La laguna era muy profunda, y al verla desde
un lado se veía como un río tranquilo, pero en realidad era una laguna muy
grande con una isla en medio. Entre la isla y la orilla debían haber unos 20
metros, por lo que solo bastaba nadar o cruzar en el bote, pero Tim nos hacía
dar la vuelta, una vuelta larga que parecía nunca terminar. El día era muy soleado,
hacía calor pero de repente había una fresca brisa que movía un poco los
árboles, el agua estaba tranquila como un espejo, reflejando el azul del cielo
y las blancas nubes.
Debió haber pasado al menos una hora desde
que zarpamos cuando por fin Tim nos dijo que paráramos. Nos bajamos y atamos el
bote a un árbol con una vieja cuerda amarillenta. La isla tenía un bosque muy
frondoso, y con árboles muy altos y grandes. El suelo era una mezcla de hojas
con figuras extrañas formadas por la luz del sol entrando por los huecos de las
hojas que seguían en los árboles. Por suerte había mucha sombra y no hacía
tanto calor como en el bote. Caminamos hasta llegar a un pequeño claro.
-
Amber – dijo Tim mientras me tendía una mano
con un enredo de cintas, lo miré sin saber para qué quería yo eso – se llama
arnés, no quieres caerte ¿o si?
-
¿Caerme de dónde? – pregunté aún sin entender
-
Haces muchas preguntas, ¿Confías en mi? –
asentí – bien, entonces póntelo – comencé a ponerlo entorno a mi cintura, Tyler
y Tim hicieron lo mismo. El arnés tenía una argolla muy gruesa por delante,
creo que eran arneses para hacer canopy, pero no veía ningún cable por entre
los árboles. Tim nos pasó las cuerdas que llevó al bote, cuerdas largas con una
gancho grande y pesado en uno de sus extremos. Y extrañamente dejó los cascos
en el bote. Se me pasaron muchas ideas por la cabeza, como que flotaríamos
tirados del bote, o que haríamos un tipo de alpinismo en los árboles… en fin
muchas cosas pero nunca se me hubiera ocurrido lo que les contaré a
continuación.
Tyler y Tim subieron a un árbol muy alto y
con tanta facilidad como lo hace un gato. Parecía como si tuvieran imanes en
manos y pies y como si el árbol fuera de metal, en lugares en donde deberían
haberse caído se tomaban de otra rama y continuaban. Obviamente Tim era un poco
más lento por su edad, pero le iba pisando los talones a Tyler que subía como
impulsado por el viento. “Vine a pasar vergüenza” me decía a mi misma; ellos
subían tan hábilmente, y yo subiría luego de una hora lo que ellos subieron en
treinta segundos, ya me los imaginaba riéndose mientras yo subía.
Llegaron finalmente a una rama muy alta, a
unos treinta metros del suelo. Iban con los arneses puestos, pero la cuerda
enrollada al hombro. Tyler llegó primero y Tim luego de unos segundos, chocaron
las manos y ataron la cuerda a la argolla que había por delante del arnés y
dejando el gancho en una mano. Tim le hizo a Tyler una señal para que comenzara,
asintió y lanzó el gancho con tanta perfección que quedó enrollado y sujeto por
una de las puntas, en una rama de más arriba, entre el árbol en el que estaba y
otro a unos veinte metros más adelante. Tiró de la cuerda para ver si estaba
bien sujeta y … se lanzó. Iba cayendo y gritando como si hubiera caído, por lo
que me asusté, hasta que la cuerda se puso tirante y Tyler comenzó a
columpiarse de un lado a otro, tomando velocidad y subiendo cada vez más hasta
que logró tomarse de una rama.
-
Hace tiempo que no lo hacía – gritó desde la
rama, jadeando – ¿te animas Amber? ¿o te da miedo? – claro que me daba miedo,
pero quería probarle que no soy la típica chica de ciudad que no hace nada al
aire libre. Subí al árbol imitándolos, con la cuerda al hombro y poniendo pies
y manos cada vez más arriba. Resbalé unas cinco veces, pero para ser la primera
vez en 6 años subiendo un árbol era bastante bueno. Cuando llegué a la rama
donde estaba Tim le sonreí, jadeando y el me aplaudió:
-
Muy bien, ahora viene lo difícil – reí y el
ató la cuerda a la argolla de mi arnés – la primera vez yo lanzaré el gancho
para que quede firme – asentí y tiró la cuerda, que se enganchó justo a un lado
de la de Tyler – sujétate de la cuerda – la sujeté con todas mis fuerzas – y
grita muy fuerte
-
¿Qué? – me empujó y comencé a caer y a gritar,
veía como el suelo se acercaba y cuando estaba a muy poco de estrellarme contra
él me tiró la cuerda y comencé a columpiarme, imitando a Tyler. Comencé a
marearme, pues veía ir venir el árbol al que debía llegar, pero nunca lo
alcanzaba. Finalmente logré tocar el tronco y ya no me movía, me di vuelta y
Tyler me tenía entre sus brazos, vi sus ojos azules de cerca, clavados en los
míos. Tal como deduje mientras dormía, tenía una mirada profunda.
-
Te tengo – me sonrió y me soltó
-
Gracias – la cabeza aún me daba vueltas y
sentía que todo se movía
-
Para ser principiante te fue muy bien – le
sonreí y miramos a Tim.
Se lanzó y solo necesitó columpiarse dos
veces para llegar hasta donde estábamos nosotros. Se rió de nuestros gritos un
buen rato hasta que lo empujamos y cayó de espaldas, balanceándose y gritando.
Estallamos en risas, mirando su cara de asustado y sus manos intentando tocar
algo para sujetarse. Dejó de balancearse y quedó a unos centímetros del suelo,
desató su cuerda y se recostó en el suelo, jadeando y mirando hacia arriba, se
notaba que la cabeza le daba más vueltas que a mi. Con Tyler estábamos muertos
de la risa, y cuando no pudimos más nos lanzamos de nuevo.
-
Yo primero, así te atrapo cuando llegues allá
y evitamos que estrelles contra el árbol – dijo mientras reía, y se lanzó, de
la misma manera que antes. Lo imité y caí de nuevo en sus brazos, mientras Tim
subía de nuevo al árbol para cobrar venganza, por lo que cada vez que estaba
cerca de nosotros, nos íbamos a otro árbol.
-
Hay que lanzarnos al mismo tiempo – dijo Tyler
luego de un rato huyendo de Tim.
-
Se enredarán las cuerdas
-
No si te sujetas de mi – tomó mi mano y la
puso alrededor de su cintura, hice lo mismo con la otra y nos lanzamos, ambos
gritábamos y yo sentía cómo sonaba su corazón. Mientras nos columpiábamos, la
rama de la que las cuerdas estaban amarradas comenzó a crujir, ambos nos
miramos asustados y no nos dimos cuenta cuando la rama se rompió y salimos
volando. Caímos en un montón de hojas, sin darme cuenta seguía sujeta a Tyler,
sobre él en el suelo. Me ruboricé y lo solté:
-
¿Estás bien? – me preguntó
-
Si, ¿y tu?
-
Sin contar que caíste sobre mi, bastante bien
– reímos y miramos a Tim, que estaba en el árbol aún, y que por suerte alcanzó
a desatar su cuerda antes de que lo lleváramos con nosotros. Bajó con lentitud
y se paró a nuestro lado.
-
Se me había olvidado decirles que solo soporta
el peso de una persona a la vez
-
Demasiado tarde – le dije y se rió.
Ya estaba oscureciendo cuando llegamos al
bote. Nos sacamos los arneses y enrollamos las cuerdas para comenzar el camino
de regreso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario